Elemento patrimonial de primer orden dentro del panorama de la arqueología de Bizkaia, imprescindible para el conocimiento del poblamiento durante la Edad Media.

La imagen actual de Argiñeta difiere sensiblemente de la que poseía en la Alta Edad Media, ya que entonces era una necrópolis como tantas otras del Duranguesado, ubicada en los alrededores de una pequeña iglesia y con enterramientos de diversa calidad, respondiendo al prestigio social y jerarquía de las distintas personas de la comunidad. De hecho, las de menor rango eran enterradas en fosas excavadas en la tierra, de las que todavía quedan testimonios.

El principal atractivo de esta necrópolis radica en el conjunto de estelas y sepulcros agrupados en el interior y el exterior de la ermita, que permite ser datado entre los siglos VII y VIII d.C. aunque algunas piezas, especialmente las que presentan inscripción, pudieran pertenecer al siglo IX. El valor histórico de estas estelas sólo puede ser equiparable al de las encontradas en otros contextos norpirenaicos, con los que la necrópolis de Argiñeta presenta indudables analogías.

Basta recordar la morfología discoidal y los motivos decorativos de significación astral, herederos de una larga tradición. Pero además, algunas de las inscripciones registradas en Argiñeta se consideran las inscripciones cristianas más antiguas de Bizkaia, y quizá del País Vasco. Por todo ello, esta necrópolis no fue ajena hace varias décadas al interés que despertaba la introducción y expansión del cristianismo.

Sin embargo, resultados de sondeos actuales apuntan a un nuevo tratamiento temático a aplicar al área de Argiñeta y a relacionarlo no tanto con el cristianismo sino con las dinámicas de poblamiento altomedieval. De hecho, las tres muestras enviadas para su análisis mediante el carbono 14 ofrecen una cronología situada entre los siglos X y XII d.C., pudiéndose adelantar incluso al siglo IX. Es decir, que los agujeros de poste que se excavaron en 2010 pertenecen a edificios construidos, como mínimo, en estos siglos, confirmando la existencia de una ocupación alto y plenomedieval en Argiñeta.

ERMITA DE SAN ADRIÁN

La ermita de San Adrián fue reconstruida en el siglo XVI y desde entonces ha sido reformada varias veces más. Destaca el empedrado del siglo XVII, de indudable valor artístico.

La ermita de las barriadas iniciales no solo ejercía funciones religiosas, sino que también era el lugar donde enterrar a los muertos y el sitio de reunión de la comunidad para tratar problemas o temas civiles. El espacio religioso y civil de la comunidad adoptaba el nombre de “cofradía” (frade=hermano).

En estas aldeas la iglesia constituía un elemento aglutinador. Era el referente colectivo: el único edificio público y con seguridad donde, tras las celebraciones religiosas, todas las vecinas y los vecinos se reunían en concejo para tomar decisiones conjuntas.

Esta organización del territorio experimentó importantes cambios entre los años 1050 y 1200, cuando se dan los primeros pasos para la conformación de las anteiglesias, antecedentes inmediatos de los actuales municipios.